Testamento

 

Habéis presenciado mis esfuerzos por plantarla libertad donde reinaba antes la tiranía.

He trabajado con desinterés,  abandonando mi fortuna y aún mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de muestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad.

He sido víctima de mis perseguidores que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos deben trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obdeciendo al actual gobierno para libertarse  de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.

 

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